lunes, 12 de diciembre de 2016

La solidaridad cristiana

Me he quedado sorprendida e indignada al leer un articulo que he recibido por internet publicado en Diario 16 virtual donde se habla de que la caridad impartida por las ONGs que pertenecen a la Iglesia es enemiga de la solidaridad. Aún me sorprende e indigna más la falta de argumentación objetiva y cercana a la realidad que  se respira al leer este artículo donde se expone abiertamente que  la Iglesia y sus Fundaciones Católicas han fortalecido el negocio de la pobreza y servicios sociales. Me parece de un cinismo atroz que, desde el mas absoluto desconocimiento sobre el terreno y apoyándose en  datos estadisticos - donde efectivamente se puede afirmar que la inmensa mayoria de los niños tutelados, personas ancianas, albergues sin techo, comedores sociales, atención a personas con problemas de drogas y alcohol, trata de mujeres, y un sinfín de problemáticas sociales son atendidas por organizaciones religiosas católicas- se denigre el trabajo realizado. Yo no veo nada de incoherente en que estas organizaciones siguiendo los valores cristianos se centren en ayudar a este colectivo de personas. Donde se cargan las tintas es que estas organizaciones reciben subvenciones del Estado. Parece que se nos olvida precisamente que  los proyectos de estas organizaciones tienen como fin llegar a colectivos de personas donde el sistema falla, donde el estado incumple sus obligaciones de cubrir sus necesidades y dar protección, donde se vulneran los derechos humanos. Las tintas hay que cargarlas contra un sistema que falla, que mira para otro lado ante los más desfavorecidos, los excluidos y no contra las personas e instituciones -independientemente de su credo e ideología- que las acogen y ayudan. Personalmente me he recorrido este mes un buen puñado se asociaciones y ONGs de la provincia de Cádiz para ver que se está haciendo para ayudar a personas migrantes y refugiados. Me ha sorprendido aue la inmensa mayoria de las instituciones de ayuda son religiosas, me he alegrado ver el buen funcionamiento de las mismas, su nivel de preparación, la forma de tratar a estas personas tan humana y con tanta dignidad. He visitado el Proyecto Alma en Algeciras donde se trabaja con mujeres migrantes sometidas a trata; he estado en el Centro de Trastornos Graves de Conducta de Proyecto Hombre en Jerez de la Frontera, en hablado con el psicologo de ACEM, recorrido las instalaciones de la Fundación Tierra de Todos en Cádiz. Todas me han abierto sus puertas y con ellas he respirado autentica solidaridad. Quizás sea esta la razón de que el Estado las subvencione, simplemente lo hacen bien y no hay otras que lo hagan mejor. Es dificil que en los tiempos que corren, encontremos personas con tantan vocación, humanidad y capacidad de entrega, donde el horario no sea un problema para quedarse más tiempo. Quizás sea hora de que dejemos tanta palabrería y nos  demos un paseo para conocer de verdad a las personas que se dejan su vida ayudando a los demás. En el artículo se respira odio, rencor, cierta dosis de maldad ¿hasta cuándo vamos a seguir con esta diatriba de buenos y malos? ¿Cuando nos daremos cuenta de que todos somos buenos y malos y que solo nuestras acciones pueden hablar de si lo hemos hecho bien o mal?. No se trata de justificar a la Iglesia, a la religión, se trata de reconocer cuándo las cosas se hacen bien y desde mi humilde perspectiva, las asociaciones que he tenido el placer de conocer no solo lo hacen bien, lo hacen múy bien.  El Estado ha de tomar buena nota para asumir y hacer suyo el trabajo que desempeñan pero hasta que eso no sea una realidad, me temo que no tenemos más remedio que acogernos a las instituciones y ONGs locales, que son, pese a quien le pese, de la Iglesia en muchisimos casos.